Alguna vez en el transcurso de una intensa partida, sumidos en profundas reflexiones para tratar de decidirnos a sacrificar una pieza o no en un fulgurante ataque, o tal vez para encontrar esa brillante jugada defensiva que nos permita seguir resistiendo en una dura partida a la espera de que gire el rumbo de la misma y una suerte mejor nos sonría, levantamos por un instante la vista del tablero damasquinado donde se está fraguando la intensa y eterna lucha y nos encontramos con la mirada afilada de nuestro oponente clavada en nosotros fijamente. Es una sensación extraña y muchas veces molesta. Al fín y al cabo es una actitud, la de esa mirada, intimidatoria. Una señal que nos perturba y nos distrae de nuestros pensamientos, tratando de entender el significado de ese par de ojos clavados en nosotros; si está pensando que ya no tenemos salvación alguna y espera el momento de aniquilarnos o si tal vez esté pensando si seremos capaces de encontrar la línea ganadora que el ya ha visto pero que seguramente cree que nosotros no seremos capaces de hallar. O simplemente está intentando ponernos nerviosos, cosa que ya ha conseguido, pues tras volver unos segundos a sumergirnos en el análisis de la posición, no podemos evitar levantar otra vez nuestra mirada para comprobar si la de nuestro oponente sigue fija en nosotros, taladrando nuestro cerebro, buscando en lo más profundo de nuestras cavilaciones, de nuestras ideas, revelándolas quizás, haciéndonos finalmente vulnerables a la fuerza de su mirada. La batalla en esos casos ha trascendido del universo infinito de las sesenta y cuatro casillas y también se desarrolla fuera de él. Después de decidir nuestra jugada, la efectuamos con gesto enérgico y decidido y entonces es nuestro turno de clavar nuestra mirada en nuestro rival. Es el momento en el que él tendrá que aguantar la presión de nuestro examen fijo. Ahora, seguramente, él volverá a levantar sus ojos y a enfrentarlos a los nuestros. Un duelo de miradas a comenzado...
Uno de los ajedrecista más famosos por la intensidad intimidatoria de su mirada durante las partidas ha sido y es Anatoli Karpov. En la foto que encabeza esta entrada podemos apreciarla nitidamente en un momento del inicio de su brillante carrera. Pero el paso de los años no la suavizó, tal como podemos ver en la siguiente fotografía de 1978:
Esta foto corresponde al periodo de máxima rivalidad con el eterno Viktor Korchnoi, "Viktor el Terrible", al que venció en la final de candidatos de Moscú de 1974, y luego en los mundiales de Baguio City de 1978, y Merano de 1981, éstos dos últimos marcados por la polémica tras la fuga de Korchnoi de la URSS, que convirtió los encuentros en una batalla política entre el oficialista y fiel al sistema, Karpov, frente al apátrida y disidente Korchnoi. En ella se puede apreciar la intensidad de la mirada de Karpov, de la que el propio Korchnoi relata en su libro "Chess is my life", refiriéndose al match final de candidatos de 1974: "
El jefe controlador del match, O'Kelly,
también parecía estar debajo del dedo de Karpov. Durante la quinta partida, en una posición mejor para mí, yo estaba meditando mi movida. Karpov se puso de pie y comenzó a mirarme sin quitarme ojo. Tiene tal hábito. Hay una fotografia tomada durante nuestra partida en el Torneo Interzonal en la que Karpov aparece devorándome fiera y salvajemente con sus ojos cuando me toca a mi mover. Así, a pesar de lo desagradable de la situación, yo ya me había familiarizado con ella. Hice a Karpov una pregunta preparada: "¿Querías decirme algo?", "No,no", respondió Karpov, y se marchó. Inmediatamente O'Kelly se me acercó (mientras yo continuaba pensando mi movimiento), y dijo: "Karpov se queja de que le estás hablando durante el juego". En efecto, se había hecho complice de Karpov: primero Karpov y después el controlador me impedían pensar en mi movida".
Tal era la molestia que le causaba a Korchnoi el poder de aquella mirada de Karpov, al que acusó incluso de intentar hiponotizarle con la ayuda de un psicólogo de su equipo, el polémico Dr. Zukhar, que durante algunas partidas Korchnoi jugó con unas gafas de espejo para así poder substraerse de ese efecto maléfico, tal como podemos ver en las siguientes fotografias del match de 1978:
Tampoco pensemos que el gran Victor Korchnoi está a salvo de este tipo de miradas intimidantes, y para muestra la siguiente foto, de un joven Korchnoi, que no tiene desperdicio:
Como he indicado antes, la costumbre de Karpov de taladrar a sus rivales con su gélida mirada se ha mantenido a lo largo de su prolífica carrera, y así podemos verle en la siguiente imagen de su partida contra Korchnoi del Torneo de Londres de 1984:
Esta histórica partida en donde Korchnoi y Karpov se estrecharon la mano antes de iniciar el combate, significó la normalización de sus relaciones, tirantes desde los anteriormente mencionados matches en los que llegaron a negarse el saludo, y supuso el fin del boicot que había impuesto la URSS que no permitia que Korchnoi jugara con ningún jugador soviético, a excepción de partidas en donde estuviera en juego la corona mundial.
Por su trascendencia, os dejo a continuación el desarrollo completo de la partida:
Y del referido Torneo de Londres de 1984, extraigo la siguiente posición correspondiente al encuentro Timman-Karpov, en donde las negras juegan y ganan. ¿Podéis rematar la lucha, tal y como lo hizo Kárpov, de manera expeditiva?
SOLUCIÓN
1...,Txe5!; 2.Dxe5,Df3+; 3.Rh2,Df2+; 4.Rh3,Ac8+; 5.g4,Tf3+, y las negras abandonaron.
Después de ganar el match de Merano de 1981, la rivalidad Karpov-Kochnoi, dió paso a uno de los más grandes enfrentamientos en la historia de cualquier deporte, como es, tal y como habréis supuesto, el gran duelo Karpov-Kasparov. A lo largo de sus más de 140 partidas en la cumbre del ajedrez se han producido multitud de miradas asesinas de las que estamos hablando hoy, y como muestra de ellas, la siguiente foto, correspondiente a la partida veintitrés de su match por el título mundial disputado en Sevilla en 1987, y que podéis seguir integramente en la pasada entrada de fecha 23 de Mayo de 2012, titulada Su majestad Anatoli Kárpov. Disculpad la calidad de la imagen, debido a que está escaneada del original del número especial que la revista Jaque publicó cubriendo dicho evento y mis habilidades como "escaneador" no son muy grandes. A pesar de ello, creo que por el valor de la mirada asesina de Kárpov, merecía aparecer en el artículo de hoy.
Coincidiendo con el veinticinco aniversario de su primer match disputado en Moscú en 1984, se celebró en la ciudad de Valencia, en Septiembre de 2009, tal y como también os comenté en la entrada a la que antes he hecho referencia, Su majestad Anatoli Kárpov, un encuentro de partidas rápidas, en las que salió vencedor Kasparov por un tanteo de 9 a 3, pero que nos brindó otra muestra de la mirada penetrante de Karpov. ¡Inconfundible!
Carlos Gardel, el gran tanguista naturalizado argentino nacido en 1890 (ó en 1887 según otra fuentes) y fallecido en un accidente aéreo cuando se encontraba en lo mejor de su carrera en 1935, cantaba en su célebre tango Volver:
Volver
con la frente marchita
las nieves del tiempo
platearon mi sien.
Sentir
que es un soplo la vida
que veinte años no es nada
que febril la mirada
errante en las sombras
te busca y te nombra.
Vivir
con el alma aferrada
a un dulce recuerdo
que lloro otra vez.
Y así, como en el tango, Anatoli Kárpov ha vuelto recientemente a la arena de la competición en un match contra el cuatro veces campeón de los Estados Unidos, el Gran Maestro de origen sirio Yasser Seirawan, celebrado entre los pasados días 9 al 13 de Junio de 2012, en el Chess Club and Scholastic Center de Saint Louis.
El encuentro consistió en dos partidas de ajedrez clásico de 90 minutos para 40 movimientos, seguidos de 30 minutos para el resto de la partida, con un incremento de tiempo de 30 segundos por movimiento desde el comienzo, valiendo cada partida dos puntos, y que acabaron ambas en tablas, seguidas de dos partidas rápidas de 25 minutos con un incremento de 5 segundos por jugada, valiendo cada partida dos puntos, y que también terminaron en tablas, por lo que el match se decidió en las diez partidas relámpago programadas a 5 minutos con un incremento de 2 segundos por jugada, valiendo cada partida un punto, en las que Karpov venció por un tanteo de 6 a 4, quedando el resultado global de este interesante encuentro en un 10-8 a favor de Anatoli Kárpov, que por tanto resultó vencedor del mismo, embolsándose la cantidad nada despreciable de 10.000 dólares.
Pude seguir en directo la retransmisión de estas diez partidas rápidas, con los comentarios del GM Ben Finegold y la WGM Jennifer Shahade.
Realmente fueron todas muy interesantes y emocionantes, sobre todo la segunda, en donde en un momento dado, a Kárpov le quedaban apenas unos segundos frente al más de un minuto de Seirawan, según se podía apreciar en unos primeros planos del reloj, y aún así el gran Tolia consiguió arrancar unas tablas.
Seguidamente os dejo el desarrollo completo de esta segunda partida relámpago:
En este encuentro como no podía ser menos también tuvimos ocasión de presenciar la mirada asesina de Anatoli Kárpov, y es que hay cosas que nunca cambian:
A continuación os dejo el resultado final de las diez partidas relámpago:
|
| Nombre | Rtg | 1 | 2 | 3 | 4 | 5 | 6 | 7 | 8 | 9 | 10 | Pts |
1 | Karpov,Anatoly | 2615 | 1 | ½ | 0 | 1 | 0 | 1 | 1 | 1 | 0 | ½ | 6 |
2 | Seirawan,Yasser | 2643 | 0 | ½ | 1 | 0 | 1 | 0 | 0 | 0 | 1 | ½ | 4 |
Y finalmente para que podáis entrenar un poco, os dejo con una posición de nuestro protagonista de hoy de las miradas asesinas, Anatoli Kárpov, correspondiente al Torneo de Leningrado de 1986, concretamente de su enfrentamiento contra Antonov, en el que las blancas del gran Tolia, juegan y ganan:
SOLUCIÓN
1.Te6!,Da8; 2.Td8,Da5+; 3.Rh6,Dxd8; 4.exd8(=D),Rxe6; 5.De8+,Rf5; 6.Df8+, ganando.
Concluyo la entrada de hoy con un proverbio árabe que dice: "Quien no comprende una mirada, tampoco comprenderá una larga explicación".