Sin duda que el embrujo que nos produce el ajedrez es tan sublime, que nos hace sentirnos grandes creadores durante unos minutos, y a eso se refiere Marcel Duchamp cuando dice: "No todos los artistas son ajedrecistas, pero todos los ajedrecistas son artistas".

Sin duda, también, que el ajedrez no lo es todo. ¿Qué decir de la música, por ejemplo? Por eso os he dejado una pequeña muestra de mi música favorita, para que la disfrutéis, si os apetece, mientras os sumergís en el fascinante mundo del ajedrez.

Ya en su dia el gran Tarrasch dijo: "Como el amor, como la música, el ajedrez tiene la virtud de hacer felices a los hombres".

Y olvidémonos de aquella otra frase de Oscar Wilde que decía: "Si quieres destruir a un hombre, enséñale a jugar al ajedrez"...¡asusta!

Así que sin más dilación comenzemos este singular viaje a una tierra llena de peligros, en la que nos encontraremos a reyes enfrentados en un combate eterno, reinas poderosísimas y despiadadas, fortalezas sólidas e inexpugnables, obispos con gesto serio y mirada oblícua, ágiles corceles dispuestos a asestar coces mortales y valientes guerreros que nunca retroceden ante nada.

Estáis todos invitados, así que los que quieran pueden subir a bordo. Sin condiciones. Durante la travesía seremos testigos de inagotables maravillas y al llegar a puerto nos espera...la felicidad, sin duda.

BIENVENIDO. GRACIAS POR VISITAR MI BLOG.

miércoles, 13 de julio de 2011

Akiba Rubinstein y el déjà vu

   Creo hablar por boca de todos cuando digo que en un momento u otro de nuestra vida, todos hemos sentido una sensación de déjà vu, esto es, la extraña sensación de haber vivido anteriormente una situación determinada que nos está pasando en el presente. Es una experiencia que dura unos segundos, aunque puedan hacerse eternos por lo inquietante del momento, ya que en esa situación, de improviso, el presente se convierte en pasado.
El déjà vu, expresión acuñada por el científico francés Émile Boirac (1851-1917) y que literalmente quiere decir 'ya visto', ha sido objeto de muchos estudios de los que no se han podido colegir ninguna explicación definitiva, aunque algunos expertos hablan de un solapamiento entre los sistemas neurológicos responsables de la memoria a corto plazo y los responsables de la memoria a largo plazo. Por supuesto que hay explicaciones menos científicas que hablan de reencarnaciones del alma, poderes extrasensoriales, visiones...
A título de curiosidad, también os comento que sobre este tema, en el año 2006, Denzel Washington protagonizó la película Déjà vu, en la que encarna a un policía que investiga un atentado terrorista en un ferry, para lo cual se integra en una unidad experimental del FBI que utiliza una tecnología que permite mirar al pasado, pero sólo cuatro días atrás, plazo en el que tendrá que evitar que el atentado suceda...En fín, una película entretenida, sin más, para pasar una de estas calurosas tardes de verano...
   Pero centrémonos en lo que nos interesa y abrochándonos los cinturones de seguridad, viajemos raudos, familiares y amigos, a nuestro particular universo del ajedrez. Allí, hoy nos encontramos con una de esas figuras legendarias que engrandecen nuestro juego: Akiba Rubinstein.

   Nacido en Stawiski (Polonia) en 1882 y fallecido en 1961 en Amberes (Bélgica), fué el menor de doce hermanos de una familia judía de condición humilde. Aprendió a jugar a los dieciocho años, a la tercera intentona, en 1907-1908, ganó el Campeonato de todas las Rusias y después el famoso torneo de San Petersburgo de 1909, empatado con el campeón del mundo, Lasker. Este resultado lo convertiría en pretendiente al título mundial. Tras sus cinco victorias seguidas en 1912 en San Sebastián, Pistyan, Breslau, Varsovia y el Campeonato de Rusia en Vilna, se previó un encuentro a veinte partidas contra el campeón del mundo, Lasker, a finales del año 1914. Éste sería para Rubinstein el año de todas las decepciones: favorito, con Capablanca y Lasker, en el torneo de San Petersburgo, no dió la talla y quedó lejos de sus rivales; en cuanto a su encuentro contra Lasker, se vería anulado por la Primera Guerra Mundial. Tras el fin de las hostilidades, Rubinstein volvió a la competición y enlazó de nuevo con la buena racha: consiguió importantes victorias en Viena en 1922, en el Campeonato de Polonia en 1927 y en Rogaska Slatina en 1929. Consiguió otro triunfo en Hamburgo, en 1930, donde, en el primer tablero de Polonia, obtuvo el mejor resultado de la historia de las Olimpiadas hasta ese momento (88,2%), con 13 victorias y 4 tablas. En 1932 su salud se deterioró, retirándose del juego de competición. Padecía antropofobia, patología consistente en el miedo a la gente y la sociedad en general, lo que le llevó a desarrollar manías persecutorias y un comportamiento excéntrico durante las partidas, de forma que hacía su jugada y se iba a un rincón de la sala para no molestar a su adversario y allí se apoyaba en la pared y comenzaba a mover el cuerpo en círculos mientras hablaba en voz baja. Esta dolencia le obligó a pasar un tiempo en una clínica psiquiátrica en dicho año 1932, y pasó por grandes apuros económicos, que fueron paliados gracias a una llamada de auxilio para recoger fondos a su favor por parte de las revistas Wienner Schachzeitung y British Chess Magazine. Como no hay mal que por bien no venga, esta enfermedad posiblemente salvó la vida de Rubinstein, pues durante la Segunda Guerra Mundial, y por su origen judío, estuvo a punto de ser enviado a Auschwitz, pero finalmente, y por su estado de demencia, se le permitió ingresar en un sanatorio de Amberes y así escapó del genocidio nazi. Más tarde se trasladó a vivir a Bruselas donde conoció al Gran Maestro belga Alberic O'kelly de Galway, tercer campeón del mundo por correspondencia en los años 1959-1962 y varias veces campeón de Bélgica, con quien jugaba frecuentemente. Falleció el 14 de Marzo de 1961, solitario, en un asilo de ancianos de un pueblecito belga, cerca de Amberes, donde había acudido con la esperanza de recuperar nuevamente su maltrecha salud.
La característica principal del juego de Rubinstein, donde se mostró invencible, fué el dominio de los finales, especialmente los de torre. La técnica con que conducía esta difícil fase de la partida era simplemente maravillosa. Sobre su juego, Reti comentó: "Rubinstein está considerado un jugador frío, y sin embargo, de sus partidas se puede sacar una mayor y más rica colección de bonitas combinaciones que de los otros maestros que gozan de gran fama por su juego combinatorio". Spielmann, después del triunfo del gran Akiba en la partida Mattison-Rubinstein, del Torneo de Karlsbad de 1929, afirmó: "Akiba, si estuviéramos en la Edad Media, te habrían quemado nada más terminar la partida, porque lo que tú haces con estos finales es auténtica brujería". Refiriéndose a la partida Rubinstein-Schlechter del Torneo de San Sebastián de 1912, Capablanca comentó: "Pocas partidas me han impresionado tanto. Para mí es una obra maestra, completa, un monumento de grandiosa precisión. Por sí sola sirve para demostrar cómo debe jugarse al ajedrez...".
De Rubinstein también se cuentan varias anécdotas curiosas, como por ejemplo su especial manera de tratar a los caballos: en lugar de levantarlos para cambiarlos de casilla, los empujaba con los dedos índice y anular juntos. Otra, cuenta que en cierta ocasión, durante la celebración de un torneo, fué al comedor con su tablero de bolsillo y se puso a analizar una posición que tenía aplazada, mientras con gestos distraidos, se llevaba la comida a la boca. Terminado esto, se levantó y salió al pasillo, siempre con su tablero en las manos, y caminó y caminó por todas las salas del hotel. De pronto se encontró con una puerta donde un cartel anunciaba 'Comedor'. Entró, se sentó, y volvió a comer de nuevo, sin recordar que hacía escasos minutos que lo había hecho. También se dice que en la última ronda de un torneo, Rubinstein necesitaba sólamente un empate para asegurarse el primer puesto en solitario. Después de unos cuantos movimientos, su adversario ofreció tablas, pero Rubinstein las rechazó. Después de algunos movimientos más, Rubinstein ya había adquirido una clara ventaja y fué él quien propuso el reparto del punto. Su oponente, sorprendido, aceptó alegremente, y el gran maestro le espetó: "YO soy quien debe decidir el resultado de una partida contra un jugador de SU categoría".

   Rubinstein se enfrentó en el Torneo internacional de San Petersburgo de 1909 al por entonces campeón del mundo, Emanuel Lasker, en la tercera ronda, derrotándolo en una extraordinaria partida:


   La última jugada de las negras, conducidas por Lasker, ha sido 15...,The8, con la evidente amenaza Txe3. Ahora Rubinstein realiza una serie de jugadas extraordinarias empezando con 16.Tc1!, amenazando 'Tc5' y 'd4-d5'. El propio  Lasker calificó esta jugada de increíblemente sutil. 16...,Txe3. También después de 16...,Rb8; 17.Tc5,Df4; 18.d5,Txe3; 19.Dc1!,Te4; 20.dxc6,bxc6; 21.Dc3, las negras quedarían mal, según análisis de Lasker. Tal vez era mejor, en opinión de Kaspárov, 17...Dxc5!; 18.dxc5,Txd1; 19.Txd1,a5, con esperanzas de salvar el final. 17.Txc6+,bxc6;


   Y ahora Rubinstein efectuó la importante jugada para la entrada de hoy en el blog, como después entenderemos, 18.Dc1!!, de la que comenta Tarrasch: "La clave de la cuestión. Las negras, obviamente, sólo esperaban 18.fxe3?,Dxe3+; 19.Rh1,Txd4, con ventaja para su causa"; 18...,Txd4; 19.fxe3,Td7; 20.Dxc6+,Rd8.


   Si ahora las blancas se relajan, su peón extra no jugará ningún papel, pues su rey también está expuesto, por lo que el blanco movió 21.Tf4!! Lasker comenta de esta jugada: "Una maravillosa idea. Las blancas amenazan con decidir el juego mediante un ataque directo al rey con 22.Da8+ y Te4+ ó Tc4+. Para evitar esto, las negras están obligadas a permitir el cambio de damas y entrar en un final perdido". 21...,f5; 22.Dc5! (amenazando Df8+),De7 Única defensa, pues si 22...,Td1+ (22...,Df6; 23.Td4); 23.Rf2,Td2+; 24.Re1,Dxg2 seguido de 25.Da5+ y Dxd2. 23.Dxe7+,Rxe7; 24.Txf5,Td1+; 25.Rf2! (Si 25.Tf1?!,Td2; 26.Tb1,Te2 y las negras conservarían posibilidades de tablas),Td2+; 26.Rf3,Txb2; 27.Ta5!,Tb7; 28.Ta6! Las blancas han creado un final de torres de libro, uno de esos maravillosos finales que dieron vida a un famoso aforismo de Tartakower: "Rubinstein es un final de torres de una partida iniciada por los dioses hace un millar de años". 28...,Rf8; 29.e4,Tc7; 30.h4!,Rf7; 31.g4,Rf8; 32.Rf4,Re7; 33.h5!,h6;


34.Rf5,Rf7; 35.e5,Tb7; 36.Td6,Re7; 37.Ta6,Rf7; 38.Td6,Rf8; 39.Tc6,Rf7; 40.a3! Quitándole una casilla a la torre. Las negras se rindieron, a causa del zugzwang, 40...,Te7; 41.e6+,Rg8; 42.Rg6,Te8; 43.e7!,Rh8; 44.Td6 y Td8. Si 40...,Rf8; 41.Rg6,Tb3; 42.Tc8+,Re7; 43.Tc7+,Re6; 44.Txg7 y si 40...,Re7; 41.Rg6,Rd7; 42.Td6+,Re8; 43.Rh7,Rf8; 44.Td8+,Rf7; 45.Tg8 y Txg7.

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   Dos años más tarde, en 1911, Rubinstein se enfrentó con blancas en el Torneo de San Sebastián, a otro Campeón del Mundo: José Raúl Capablanca.


   En esta posición, Rubinstein, con blancas, jugó 14.Axf6,Dxf6? Al respecto de su última jugada, Capablanca comentó: "Estuve considerando 14...,gxf6, que parecía podría darme un buen juego, pero pensé que la combinación blanca era incorrecta y, por consiguiente, permití que la jugara para mi desgracia". La captura de peón era, ciertamente, el mal menor, aunque después de 15.Cxd5!,exd5; 16.Axc8,Txc8; 17.Dxd5+,Rh8; 18.e3,Td8; 19.Dxf5, las blancas tienen una evidente ventaja, pero nada fácil de materializar. 15.Cxd5!,Dh6 Pero no 15...,exd5?; 16.Dxd5+,Rh8; 17.Axc8 con ventaja blanca, ni 15...,Axf2+; 16.Rg2,Df7; 17.Cf4, también con ventaja. 16.Rg2! Capablanca sólo esperaba 16.Ag2?,Ce5!, con excelente juego para las negras: 17.Cf4 (17.Tc1?,Dxc1!; 18.Dxc1,Axf2+),Cg4; 18.h3,Cxf2; 19.Txf2,Axf2+; 20.Rxf2,g5, ganando. 16...,Tcd8


   Y ahora, en este preciso instante, a Rubinstein le tuvo que asaltar una tremenda sensación de déjà vu, una sensación increible de haber vivido anteriormente esta situación en otro momento de su vida, y al igual que entonces efectuó la extraordinaria jugada 17.Dc1!!. ¡La misma brillante jugada que había hecho contra Lasker años atrás! ¡Rubinstein derrota a dos Campeones Mundiales con la misma jugada, empleando un solo y único tema! ¡Fantástico déjà vu! La partida continuó con 17...,exd5. No hay nada más: 17...,Txd5?; 18.Dxh6,gxh6; 19.Axe6+ y 20.Axd5; y si 17...,Dxc1?; 18.Axe6+,Rh8; 19.Taxc1. 18.Dxc5,Dd2; 19.Db5,Cd4; 20.Dd3,Dxd3; 21.exd3,Tfe8; 22.Ag4!?,Td6!; 23.Tfe1,Txe1; 24.Txe1,Tb6!; 25.Te5,Txb2; 26.Txd5,Cc6; 27.Ae6+,Rf8; 28.Tf5+,Re8; 29.Af7+,Rd7; 30.Ac4,a6?!


31.Tf7+,Rd6; 32.Txg7,b5; 33.Ag8,a5; 34.Txh7,a4; 35.h4,b4; 36.Th6+,Rc5; 37.Th5+,Rb6; 38.Ad5? Aquí las blancas ganaban con relativa facilidad con 38.Ac4!,b3; 39.axb3,a3; 40.Tb5+,Rc7; 41.b4. 38...,b3? Perdiendo una inesperada posibilidad de salvarse con 38...,Txa2!!; 39.Ac4,Tc2; 40.Tb5+,Rc7; 41.Ag8,a3; 42.h5,a2; 43.Axa2,Txa2; 44.h6,Ta6! (no 44...,Ta8?; 45.g4!), con excelentes perspectivas de tablas. Por ejemplo: 45.g4,Ce7; 46.g5,Tb6; 47.Txb6,Rxb6; 48.f4,b3; 49.h7,Cg6; 50.f5,b2; 51.fxg6,b1(=D); 52.h8(=D),Dc2+; 53.Rf3,Dxd3+; 54.Rf4,Dd2+; 55.Rf5,Dc2+, y tablas. 39.axb3,a3; 40.Axc6!,Txb3; 41.Ad5,a2; 42.Th6+! y las negras se rindieron pues si 42...,Ra7; 43.Th8 y si 42...,Ra5; 43.Ac4!, y la torre llega a tiempo a la columna 'a'.

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   Hablando de Rubinstein, no podemos despedirnos sin hacer un alto, en nuestro excitante viaje de hoy, en uno de esos lugares imperecederos, maravillosos e imprescindibles de este mundo albinegro. Me refiero a la partida Rotlewi-Rubinstein, Lodz 1907, cuya posición después de la última jugada blanca 20.Rh1, podemos observar a continuación:


   Las blancas al jugar 19.e5?,Ab6+; 20 Rh1, subestimaron el siguiente salto de caballo: 20...,Cg4!; 21.Ae4 También son malas 21.Dxg4,Txd3; 21.Axh7+,Rxh7; 22.Dxg4,Td2 y 21.Ce4,Txd3!; 22.Dxd3,Axe4; 23.Dxe4,Dh4; 24.h3,Dg3; 25.hxg4,Dh4++. 21...,Dh4; 22.g3 (Pierde 22.h3 ante 22...,Txc3!; 23.Axc3 [23.Axb7,Txh3+ y mate; 23.Dxg4,Txh3!; 24.Dxh3,Dxh3+; 25.gxh3,Axe4+; 26.Rh2,Td2+; 27.Rg3,Tg2+; 28.Rh4,Ad8; 29.Rh5,Ag6++],Axe4; 24.Dxg4,Dxg4; 25.hxg4,Td3!; 26.Rh2,Txc3 con clara ventaja negra. Ahora las negras explotan la gran diagonal 'h1-a8'


22...,Txc3!! Según Romanovsky "Una de las mejores combinaciones jamás realizadas. La espectacular jugada negra que sigue revela la profundidad de la idea combinativa de Rubinstein"; 23.gxh4 La dama debe tomarse, pues no ofrecen esperanzas ni 23.Axc3,Axe4+; 24.Dxe4,Dh2++, ni 23.Axb7,Txg3; 24.Tf3,Txf3; 25.Axf3,Cf2+; 26.Rg1 (26.Rg2,Dh3+; 27.Rg1,Ce4+; 28.Rh1,Cg3++), Ce4+; 27.Rf1,Cd2+; 28.Rg2,Cxf3; 29.Dxf3,Td2+. 23...,Td2!! "¡Tales jugadas llevan el sello de la eternidad! Las negras tienen una dama menos y casi todas sus piezas están atacadas", escribieron Razuvavev y Murakhveri en su libro de 1980 sobre Rubinstein. 24.Dxd2 Si 24.Dxg4 ó 24.Axc3, sigue 24...,Axe4+ y si 24.Axb7, sigue 24...,Txe2; 25.Ag2,Th3!!. 24...,Axe4+; 25.Dg2,Th3! y las negras se rindieron ante el inevitable mate con Txh2++. ¡¡La inmortal de Rubinstein!!

   Esperando que hayáis disfrutado de nuestra excursión de hoy, y recordándoos que antes de bajaros comprobéis que no olvidáis algún objeto personal dentro del blog (si fuera así, ¡tranquilos!, prometo guardároslo hasta que volváis), nos despediremos con una cita de nuestro protagonista de hoy, el gran Akiba Rubinstein, que dijo: "No existe tanto misterio en diez asesinatos, como en una partida de ajedrez".




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