Sin duda que el embrujo que nos produce el ajedrez es tan sublime, que nos hace sentirnos grandes creadores durante unos minutos, y a eso se refiere Marcel Duchamp cuando dice: "No todos los artistas son ajedrecistas, pero todos los ajedrecistas son artistas".

Sin duda, también, que el ajedrez no lo es todo. ¿Qué decir de la música, por ejemplo? Por eso os he dejado una pequeña muestra de mi música favorita, para que la disfrutéis, si os apetece, mientras os sumergís en el fascinante mundo del ajedrez.

Ya en su dia el gran Tarrasch dijo: "Como el amor, como la música, el ajedrez tiene la virtud de hacer felices a los hombres".

Y olvidémonos de aquella otra frase de Oscar Wilde que decía: "Si quieres destruir a un hombre, enséñale a jugar al ajedrez"...¡asusta!

Así que sin más dilación comenzemos este singular viaje a una tierra llena de peligros, en la que nos encontraremos a reyes enfrentados en un combate eterno, reinas poderosísimas y despiadadas, fortalezas sólidas e inexpugnables, obispos con gesto serio y mirada oblícua, ágiles corceles dispuestos a asestar coces mortales y valientes guerreros que nunca retroceden ante nada.

Estáis todos invitados, así que los que quieran pueden subir a bordo. Sin condiciones. Durante la travesía seremos testigos de inagotables maravillas y al llegar a puerto nos espera...la felicidad, sin duda.

BIENVENIDO. GRACIAS POR VISITAR MI BLOG.

viernes, 4 de mayo de 2012

El cazador de alfiles


   Nombrar a José Raúl Capablanca es nombrar posiblemente al mayor talento natural que haya existido en la larga historia del ajedrez mundial. ¿Qué podríamos decir sobre Capablanca, que no se haya dicho ya?, o que si se haya dicho, parafraseando al fantástico grupo de músicos y humoristas argentinos Les Luthiers en uno de sus más brillantes sketches cómicos, "El encuentro en el restaurante", incluido en su espectáculo de 1989 "Un encanto con humor", y que no me resisto a poner a continuación para que podamos reirnos todos juntos un rato, que con los tiempos que corren, no es mala cosa.



   Este genial jugador cubano nacido en La Habana en 1888 y fallecido en Nueva York en 1942 de una hemorragia cerebral que le sobrevino mientras disputaba unas partidas amistosas en el Club de Ajedrez de Manhattan, fué campeón del mundo desde 1921, cuando ganó el máximo título a Lasker, hasta 1927, año en que perdió su corona frente a Alekhine en el histórico encuentro de Buenos Aires.
Aprendió a jugar siendo apenas un niño viendo jugar a su padre, tal como el propio Capablanca explica en su libro My chess career: "Apenas iba a cumplir cinco años cuando por accidente entré a la oficina de mi padre y lo encontré con otro caballero. Nunca había visto un juego de ajedrez; me interesé y volví al día siguiente a verlos jugar. Al tercer día, mientras observaba, mi padre, apenas un principiante, movió un caballo de un cuadro blanco a otro del mismo color. Su adversario, sin duda de nivel similar, no se dió cuenta. Mi padre ganó y entonces yo le dije que era un hombre tramposo y me reí. Me preguntó qué sabía yo de ajedrez, a lo cual repliqué que podría ganarle la partida. Mi padre me dijo que era imposible, pues me consideraba incapaz de colocar las piezas. Sin embargo, ensayamos y le gané".
   La partida más antigua que se conserva de Capablanca data de la edad de cinco años y fué jugada en el Club de Ajedrez de La Habana el 17 de Septiembre de 1893 frente a Ramón Iglesias, quien ofreció al joven José Raúl la dama de ventaja:



   Centrándonos ya en el título de la entrada de hoy, vamos a tratar seguidamente una faceta de Capablanca muy interesante, como es la de su gran afición a la caza. Sí, familiares y amigos, el ínclito José Raúl Capablanca era un consumado cazador...de alfiles. En algunas de sus partidas podemos encontrarnos con ejemplos clásicos de esta forma de proceder en el juego, consistente en que aprovechando que el alfil se mueve solamente por las casillas de un color, se le caza, aislándole del juego encerrándolo en un flanco, trasladando luego la lucha al otro flanco, donde el alfil cazado no podrá participar, momento en el que los cambios sucesivos de piezas aumentaran todavía más la ventaja del bando atacante.
   Un buen ejemplo de lo referido lo podemos encontrar en la partida Winter-Capablanca, disputada en el Torneo de Hastings de 1919 y que podemos ver a continuación:



   Otro ejemplo, en el que el alfil no queda tan encerrado como en el caso anterior, lo tenemos en la partida Yates-Capablanca, del Torneo de Moscú de 1925:
  


   La siguiente partida es Steiner-Capablanca, Budapest, 1929, en la que Capablanca consigue dar caza rápidamente al alfil en tan solo once jugadas, aunque Steiner prolongara luego la lucha hasta la jugada treinta y dos:



   Otro ejemplo clásico corresponde al encuentro Capablanca-Bogoljubov, del Torneo de Londres de 1922, en donde volvemos a presenciar la faceta de cazador del gran campeón cubano:



   Más caza al alfil en la partida Morrison-Capablanca, Nueva York, 1918:



   Y para finalizar nuestra periplo de hoy acompañando en sus cacerías al ex-campeón mundial, de nuevo vemos en acción al gran Capablanca en su partida contra Lilienthal del Torneo de Moscú de 1936:



   Después de ver todos los ejemplos anteriores creo que nadie dudará de las dotes de gran cazador de Capablanca, pero estoy seguro que llegados hasta aquí a más de uno o de una le gustaría probar suerte y demostrar sus habilidades como cazador de alfiles, por lo que a continuación os dejaré algunas posiciones "sencillitas" para que podáis ir practicando y así lleguéis bien preparados cuando tengáis que dar caza al alfil en alguna de vuestras partidas. Ponéos el traje de camuflaje y no hagáis ruido...el alfil podría salir huyendo. ¡Suerte en vuestra caza!


   La primera posición corresponde a un estudio de H. Rinck de 1927, en el que las blancas juegan y ganan. ¡Afinad la puntería!:


SOLUCIÓN
1.Cc6+,Ra8 (Si 1...,Rb7; 2.Cd8+); 2.Af3!, y ahora si 2...,Aa2; 3.Cb4+; si 2...,Ab3 (ó c4); 3.Ca5+; si 2...,Ag8 (ó g6); 3.Ce7+.

   La segunda posición es un estudio de V.Neishtadt de 1929, en donde las blancas juegan y ganan cazando al alfil negro:


SOLUCIÓN
1.Rd1,Ad2 (Si 1...,Ab2 (ó a3); 2.Cc2+); 2.Cc6!,Rd3; 3.Ce5+ y las blancas dan el jaque decisivo en 'c4' o 'f3'.

   Otra bonita cacería se produce en la siguiente composición de Reti del año 1922. Juegan blancas y ganan. ¡La segunda jugada es realmente fantástica!:

  
SOLUCIÓN
1.Cd4+,Rc5 (Si 1...,Rb7; 2.Rxh2,Ra6; 3.Cb3 se llega a un final sin esperanzas para el negro); 2.Rh1!! ¡Un movimiento genial!. El rey negro debe vigilar el peón de 'a5', y el alfil no tiene casillas seguras a donde ir.

   En el siguiente fantástico estudio de S. Isenegger de 1959, las blancas juegan y ganan, pero hay que tener en cuenta que si las negras consiguen cambiar el peón de 'f4', las tablas son seguras, y parece que no pueda impedirse 1...,e5, ya que a 1.Cd7 seguiría 1...,Ab5. ¿Es así o las blancas guardan una bala en la recámara?:


SOLUCIÓN
1.Cd7! (¡A pesar de todo!),Ab5; 2.Rd8!!,Axd7; 3.Ac7+,Rc6; 4.Ae5!, y las blancas ganan.

   Hay que apuntar bien en el siguiente diagrama correspondiente a un estudio de K. Itsikson de 1937, en el que las blancas juegan y ganan, porque si se falla el segundo disparo, la cacería quedará arruinada:


SOLUCIÓN
1.Cg3+,Re1 (Ahora si se captura el alfil precipitadamente se llega a una posición de tablas tras 2.Ch1?,Rf1; 3.Rg3,Rg1 y se alcanza el empate); 2.Ac3+!,Rf2; 3.Ad4+!,Rg2; 4.Rh4!,Rf3; 5.Rh3,Ag2+; 6.Rxh2, y las blancas se llevan el gato al agua.

   En la siguiente creación de A. Havasi de 1922, bastan tres certeros disparos para que las blancas, a las que les toca jugar, rematen brillantemente la faena:


SOLUCIÓN
1.Cb5+,Rb2; 2.Cxa3!,Axa3; 3.Cb4!, y las blancas se imponen.

   Y para terminar nuestras prácticas de caza, una bonita y curiosa composición de O. Bláthy de 1890, en la que nos daremos cuenta de que a veces para conseguir la pieza deseada hay que tener paciencia y dar un sigiloso rodeo esperando el momento idóneo para atacar. Blancas juegan y ganan:


SOLUCIÓN
Para cazar el alfil de 'a1', las blancas primero tienen que alejarse de él, para luego en el momento justo lanzársele encima: 1.Rd1!,Ab2; 2.Re1,Ac1; 3.Rf1,Ad2; 4.Rg1 (ó g2),Ae1; 5.Rg2 (ó g1)!,Ad2 (Si 5...,Af2; 6.Rf1. El rey negro no puede moverse de su sitio porque tiene que vigilar los peones pasados); 6.Rf1,Ac1; 7.Re1,Ab2; 8.Rd1,Aa1; 9.Rc1 (Hemos llegado a la posición del principio, pero tocándoles jugar a las negras),Ab2+; 10.Rb1, y las blancas ganan.

   Antes de despedirme y como homenaje a nuestro ilustre cazador protagonista de la entrada de hoy, os dejo un fragmento del poema "Deportes", perteneciente al poemario "La paloma de vuelo popular" escrito por el insigne poeta cubano Nicolás Guillén (1902-1989) en 1958:

"Así, pues, Capablanca
no está en su trono, sino que anda,
camina, ejerce su gobierno
en las calles del mundo.
Bien está que nos lleve
de Noruega a Zanzíbar,
de Cáncer a la nieve.
Va en un caballo blanco,
caracoleando
sobre puentes y ríos,
junto a torres y alfiles,
el sombrero en la mano
(para las damas),
la sonrisa en el aire
(para los caballeros)
y su caballo blanco
sacando chispas puras
del empedrado..."

   Terminaré hoy con una conocida cita ajedrecística de Capablanca que bien puede aplicarse a cualquier circunstancia de nuestra vida: "De pocas partidas ganadas tengo aprendido tanto como de la mayoría de mis derrotas".



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