Sin duda que el embrujo que nos produce el ajedrez es tan sublime, que nos hace sentirnos grandes creadores durante unos minutos, y a eso se refiere Marcel Duchamp cuando dice: "No todos los artistas son ajedrecistas, pero todos los ajedrecistas son artistas".

Sin duda, también, que el ajedrez no lo es todo. ¿Qué decir de la música, por ejemplo? Por eso os he dejado una pequeña muestra de mi música favorita, para que la disfrutéis, si os apetece, mientras os sumergís en el fascinante mundo del ajedrez.

Ya en su dia el gran Tarrasch dijo: "Como el amor, como la música, el ajedrez tiene la virtud de hacer felices a los hombres".

Y olvidémonos de aquella otra frase de Oscar Wilde que decía: "Si quieres destruir a un hombre, enséñale a jugar al ajedrez"...¡asusta!

Así que sin más dilación comenzemos este singular viaje a una tierra llena de peligros, en la que nos encontraremos a reyes enfrentados en un combate eterno, reinas poderosísimas y despiadadas, fortalezas sólidas e inexpugnables, obispos con gesto serio y mirada oblícua, ágiles corceles dispuestos a asestar coces mortales y valientes guerreros que nunca retroceden ante nada.

Estáis todos invitados, así que los que quieran pueden subir a bordo. Sin condiciones. Durante la travesía seremos testigos de inagotables maravillas y al llegar a puerto nos espera...la felicidad, sin duda.

BIENVENIDO. GRACIAS POR VISITAR MI BLOG.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Errare humanum est II

   Si en la anterior entrada veíamos como Salo Flohr abandonaba una partida que tenía muy ventajosa por culpa de una tremenda "ceguera" al no ver una sencilla jugada de su rey, la posición que muestra el diagrama de abajo creo que muestra uno de los mayores errores de la historia del ajedrez, ya que estaba en juego nada más ni nada menos que el título de campeón del mundo.



Nos encontramos en La Habana, 1892. Con blancas jugaba el aspirante al título, Chigorin y con negras el campeón mundial Steiniz. El match se jugaba al mejor de diez victorias, y antes de esta partida, la número 23, el marcador reflejaba un resultado a favor de Steiniz de nueve partidas ganadas, nueve tablas y ocho perdidas. En caso de empate a nueve victorias sería campeón el que antes alcanzase las doce. Steiniz había ganado la partida 22 y ahora parecía que Chigorin tenía fácil la victoria en esta 23 y así empatar con Steiniz, con 1. Txb7 y las negras carecen de contrajuego. Pero Chigorin jugó 1. Ab4?? y le dejó la corona en bandeja a Wilhem Steiniz que rápidamente respondió 1..., Txh2+; 2. Rg1, Td-g2++, dando un increible mate que le permitió alcanzar las diez victorias y retener su título de campeón del mundo. ¿Alguien podía imaginar un error de tal calibre en un momento tan importante? En fin, los grandes maestros también lloran.

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