Sin duda que el embrujo que nos produce el ajedrez es tan sublime, que nos hace sentirnos grandes creadores durante unos minutos, y a eso se refiere Marcel Duchamp cuando dice: "No todos los artistas son ajedrecistas, pero todos los ajedrecistas son artistas".

Sin duda, también, que el ajedrez no lo es todo. ¿Qué decir de la música, por ejemplo? Por eso os he dejado una pequeña muestra de mi música favorita, para que la disfrutéis, si os apetece, mientras os sumergís en el fascinante mundo del ajedrez.

Ya en su dia el gran Tarrasch dijo: "Como el amor, como la música, el ajedrez tiene la virtud de hacer felices a los hombres".

Y olvidémonos de aquella otra frase de Oscar Wilde que decía: "Si quieres destruir a un hombre, enséñale a jugar al ajedrez"...¡asusta!

Así que sin más dilación comenzemos este singular viaje a una tierra llena de peligros, en la que nos encontraremos a reyes enfrentados en un combate eterno, reinas poderosísimas y despiadadas, fortalezas sólidas e inexpugnables, obispos con gesto serio y mirada oblícua, ágiles corceles dispuestos a asestar coces mortales y valientes guerreros que nunca retroceden ante nada.

Estáis todos invitados, así que los que quieran pueden subir a bordo. Sin condiciones. Durante la travesía seremos testigos de inagotables maravillas y al llegar a puerto nos espera...la felicidad, sin duda.

BIENVENIDO. GRACIAS POR VISITAR MI BLOG.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Errare humanum est

   ¿Quién no se ha lamentado más de una vez de cometer un error garrafal que echa por la borda en un segundo toda la buena labor que hemos hecho durante horas en una partida que teníamos ganada y que al final acabamos perdiendo? Ya lo dice un proverbio ruso: "Cuarenta jugadas buenas no te garantizan la victoria, pero una mala suele bastar para perder".
Aunque pueda servir de consuelo lo que decía Tartakower de que: "Los errores siempre estan ahí, agazapados, esperando a que alguien los cometa", no es menos cierto que la cara de tonto que se te queda despues de cometer la pifia es mayor si piensas en aquella otra frase de Tarrasch: "Cuando se gana una partida perdida, eso es la felicidad. Pero cuando se pierde una partida ganada, eso es incompetencia".
La mejor medicina para reconciliarnos con nosotros mismos en esas dolorosas situaciones, es ver como incluso los grandes maestros también se equivocan de forma burda en muchos casos. Y si ellos yerran...¡cómo no lo íbamos a hacer nosotros!
Para muestra traigo hoy esta posición de una partida entre dos grandes jugadores: Flohr-Grob, Arosa 1933.


Tras la última jugada negra colocando la dama en "b5", Flohr pensó que la amenaza de mate en "f1" sólo se podía parar retirando la dama blanca, en cuyo caso perdía el alfil de "d5". Y aquí viene el error garrafal, esta vez sin hacer ninguna jugada, ya que Flohr, ni corto ni perezoso... ¡abandonó!. La cara de tonto que antes comentábamos, se le debió de quedar cuando le preguntaran que por qué no había jugado  la sencilla 1. Rh1, Df1+; 2. Ag1 que hubiera mantenido tranquilamente la ventaja blanca. ¡Pobre Flohr!. Pero...errar es de humanos.

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