Aunque pueda servir de consuelo lo que decía Tartakower de que: "Los errores siempre estan ahí, agazapados, esperando a que alguien los cometa", no es menos cierto que la cara de tonto que se te queda despues de cometer la pifia es mayor si piensas en aquella otra frase de Tarrasch: "Cuando se gana una partida perdida, eso es la felicidad. Pero cuando se pierde una partida ganada, eso es incompetencia".
La mejor medicina para reconciliarnos con nosotros mismos en esas dolorosas situaciones, es ver como incluso los grandes maestros también se equivocan de forma burda en muchos casos. Y si ellos yerran...¡cómo no lo íbamos a hacer nosotros!
Para muestra traigo hoy esta posición de una partida entre dos grandes jugadores: Flohr-Grob, Arosa 1933.
Tras la última jugada negra colocando la dama en "b5", Flohr pensó que la amenaza de mate en "f1" sólo se podía parar retirando la dama blanca, en cuyo caso perdía el alfil de "d5". Y aquí viene el error garrafal, esta vez sin hacer ninguna jugada, ya que Flohr, ni corto ni perezoso... ¡abandonó!. La cara de tonto que antes comentábamos, se le debió de quedar cuando le preguntaran que por qué no había jugado la sencilla 1. Rh1, Df1+; 2. Ag1 que hubiera mantenido tranquilamente la ventaja blanca. ¡Pobre Flohr!. Pero...errar es de humanos.
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